lunes, 14 de octubre de 2013

DIFUMINADO


No miré hoy,
no sé por qué lo haría,
pasar a mi lado esas existencias
dejando un beso furtivo en mis mofletes,
mientras se van,
y se van,
y ya se fueron.

Sólo sé que he vuelto para absolutamente nada.
Para nada.

Cuando sólo quería que todo desde ahora, sea perdonado,
que no cuente aquello ni esto, ni eso,
y me descubriese ese nuevo comienzo
que sonríe desde la línea del horizonte,
aún demasiado distante,
aún demasiado distante...
¡Eh, aquí, es aquí!

Se despista demasiado.

Hasta que vengas,
seguirá sin haber un deseo
lo suficiente fuerte
para derribar esas blancas y tóxicas montañas
que me aprisionan y me atan.

Eso sí,
estaré sentado en mi puerta,
no esperando,
sino porque las fuerzas a veces se acaban.
Las mías veo que a golpes se me escapan.

Pero sigo invitándote, ven,
aquí donde las luces se apagan,
porque aquí estaré,
contando las horas que hasta tu llegada pasan.
Que son sólo horas.


Pero que eso,
que hasta me hartaré de ti
cuando estés aquí,
y constantemente me escupas en la cara. 

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