jueves, 10 de noviembre de 2011

Cita pendiente

Pareciera que alguien

estuviera haciendo malabares

con mi nuez y mis testículos.

En la oscuridad,

la horizontalidad mal colocada

hace eco de las palabras, sus palabras

nunca pronunciadas.

Los pliegues de las sábanas

no son suficiente compañía.

Por lo visto,

las cuerdas vocales sin uso

o los móviles sin saldo

no hacen amigos.

La soledad es tan dura,

que cuando me masturbo no me corro,

sangro en blanco.

domingo, 6 de noviembre de 2011

SUS MOTIVOS PARA PELEAR

Notaba como si cada poro gritara, en las partes no cubiertas de su cuerpo. Ese aire helado y seco había llegado y no se iba a ir pronto. Hacía tiempo que estaba pero no estaba allí...demasiados palos en su corta vida. Iba paseando entre la oscuridad de las tempranas noches, sintiéndose el arquetipo de la mierda humana. Un cliché, un sin sentido, un aburrimiento constante.

Pero el frio... sentía el frio, había algo de la realidad que le devolvía de su mundo, y le gustaba que algo ajeno le arrastrara de sí mismo. Sentir ese viento cortante, le hizo pensar que había estado ignorando cada acontecimiento reciente en su vida, cada anécdota, cada persona nueva como si fueran cosas secundarias, obvias, normales que no merezcan ni un poco de atención como cuando se te olvida que respiras o que tienes un meñique en el pie.

Lo comprendió con el frio, que es duro, cruel, que no perdona a nadie y aún así se lanzaba a la calle a pelearse con él, sin un objetivo a largo plazo más que vivir. ¿Sólo porque hay que hacerlo? No, porque al fin y al cabo la vida es la continua batalla, el seguir, el padecer, hasta entrar en calor moviendo las piernas, el cuerpo entero, sin olvidar su corazón.

Era el cúmulo de sus decisiones, pero eran suyas, nadie las había tomado por él. Acertadas y equivocadas. Tanto valían sus virtudes, como sus errores, sus defectos y sus cualidades. Si nadie lo supo apreciar, en su imperfecta plenitud, no era su culpa. No es que no fuera a mejorar, pero ahí mismo, no se arrepintió de ninguna risa, de ninguna madrugada perdida, de ninguna lágrima, de ninguna piel ardiendo ni de ningún puño dolorido.

Las horas estaban contadas desde el momento de nacer, el camino era lo que le importaba, y la lucha que se le proponía era lo que le mantenía en pie, a pesar de ese pensamiento constante de coger y tirarse por el balcón y que alguien lo recogiese con palas, que para eso le pagarían llegados a ese punto. Pero la vida, era vida, y se le había olvidado, esa sencillez.

Miró a su alrededor, gente desconocida a donde quiera que mirase, con sus propios destinos, sintiendo el mismo frio. Y pensó:

"No eres mi enemigo, frío. Eres mi más sincero compañero, que gane el mejor"