martes, 5 de julio de 2011

KING OF THE BOX



Uno tras otro los pliegues de papel y sueños formaban en conjunto su casa, su transporte y su reino de cartón, a su propia imaginación y vagancia. Un dibujo por aquí, unos versos por allá, unas notas por la esquina, un fotograma fotocopiado por la tapa de arriba… le gustaba adornarlo todo siguiendo un dictamen realizado por el mismo y que como rey y único súbdito debía seguir: si quieres arte, busca en el desastre.

Y así es como se halló la caja vacía no se sabe si por muerte prematura, abandono en busca de una nueva o peor aún, adultez inevitable. Entre los restos de jeroglíficos sin sentido sólo se logró traducir el texto que viene a continuación:

Aún recuerdo… sí recuerdo aquellos tiempos en los que cabías conmigo en una caja. Allí llegábamos a la Luna, descubríamos islas desiertas, cazábamos leones y ganábamos guerras.
Cuando una de esas mismas cajas se convirtió en trozos rotos de nuestros inventados juegos, ya ni tú ni yo cabíamos en ella así que decidimos por unanimidad, explorar nuestros horizontes., cada uno por su lado. Pero nunca nos olvidamos el uno del otro, a pesar de los cambios que sufrimos. Tú ya eras bastante raro cuando te conocí, pero tu evolución te volvió mucho más divertido. Aún así… cada día, cada año, cada tic-tac del reloj me hacía más difícil el verte… Te difuminabas de los simples ojos y ahora, tan sólo puedo verte a través de imágenes reflejadas como sombras, suspiros o fantasmas.
Antes de que se corte toda comunicación contigo, quiero darte las gracias, gracias por todo. En especial por esos viajes aburridos en los que me entretenías saltando de un lado para otro y en los que me susurrabas los nombres de los dragones que tiempo atrás se transformaron en montañas al fundirse con la tierra.

A ti mi duende, no te vayas de mi mente nunca.