miércoles, 15 de mayo de 2013

LA DECISIÓN DEL FÉNIX



Medita entre la ruina,
la mejor forma de renacer
con su fuego.

Sus llamas determinarán sus cenizas,
y estas, sus músculos, su piel y hasta su carácter.
Debe decidir bien su intensidad,
o morirá en sí mismo,
para renacer con un ego nauseabundo,
lleno de errores repetidos.
Mira la chatarra carmín
que le rodea,
con ojos cansados por la escarcha.
Aunque el frío siempre le hizo pensar.

Y se pregunta durante días, inmóvil.
¿Qué quiero ser?
¿Qué odié de mí?
¿Qué debo evitar?
¿Hasta dónde quiero llegar?
Con una seria introspección,
investiga su ser y sintetiza sus deseos.

Y así arde su flama. Arde. ARDE.

Se quema durante horas,
dejando un huevo entre sus restos,
que nacerá sabio,
aunque con renovadoras esperanzas.

Si ese viejo bebé no lo consigue,
siempre podrá volver a quemarse
junto con sus defectos hasta conseguir lo que quiso.

Un objetivo para tan magnífica existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario