Ya en pleno grito de un tremendo orgasmo comenzó a sentirse
culpable.
Aún sentía el miembro de ese hombre en su interior, el aroma de sus sudores
todavía no se diferenciaban...¿por qué carajo después de un buen polvo no
dejaba de pensar en Amador?
Cansada, se tumbó con la cara colorada de esfuerzo y
vergüenza mientras su compañero de cama a ahorcajadas intentaba hablar, cosas
que a ella no le importaban nada. La voz de aquel tipo se perdía en lejanías de
indiferencia mientras su pensamiento se inundaba de momentos con Amador.
No importaba lo que hiciera, con quien estuviera, volvía
tarde o temprano a su mente, a él,
porque era el único que la llenaba, el único que la saciaba, el único que la
escuchaba y la comprendía, ¿por qué era el único que la quería?
Horrorizada por ese sentimiento de apego, le pidió usar la
ducha al ahora y por siempre desconocido. Una vez vestida y cruzada la puerta no
volvería a verlo en su vida.
En la calle, la luna aún le quedaba una sonrisa creciente y
el frío ya no era tan duro, no obstante se acurrucó en su rebeca, intentando
averiguar el champú del desconocido que es lo único que sacó en claro de ese
encuentro.
Temblando, sabía que en casa se lo encontraría, que Amador
estaría allí porque vivían juntos.
Siempre estuvo en su vida de alguna forma y otra, eso era
innegable. Daba igual la distancia de los viajes de trabajo o las fiestas que
de una cerveza pasaba un fin de semana
de locura (cómo había sido ese). Amador volvería a su mente y ella a casa con
él.
Y cada día esa preocupación de atarse a algo le destrozaba
los nervios y la amargaba aunque sabía cómo acabaría el asunto, en un cara o
cruz amañado donde terminaría con Amador, con nadie más.
Cuando las llaves dieron el giro completo, la casa estaba en
sombras. Fue sin encender las luces a su cuarto. Se desnudó, y se estiró al
máximo en la vacía cama de matrimonio. Sacó a Amador del cajón acercándolo para
sí, lo observó y acarició detenidamente antes de rozarlo de forma suave contra
cada parte de su cuerpo hasta llegar, como el que no quiere la cosa, a su entre
pierna.
"Sólo te quiero a ti"
Conectó su modo vibrador disfrutando por enésima vez que
lejos estaba de ser la última. Mientras
comprendía la feliz sensación de un sano compromiso.
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