lunes, 14 de mayo de 2012

El caballero tortuga




Su coraza estaba oxidada
por recuerdos, por los días pasados.

A través de su yelmo
ya no se podían ver sus ojos
que antaño brillaron siempre.

Hace demasiado, que la gente
olvidó el cuerpo blando y real
que por susto sustituyó por
una armadura para la eternidad.
Su temor verdadero no proviene
de espadas o de saetas
sino que cuando la desvista
se encuentre un ser horrible
en el que se ha transformado
dentro de su caparazón quebradizo, destrozado.

Pero es algo indiferente,
ya que el metal
se ha fundido con su piel.
Cuando muera, encontrarán
sólo un cascarón vacío,
con demasiadas cicatrices de batalla.
Apenas ni él recuerda su rostro de niño.

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