miércoles, 26 de enero de 2011

Futuro roto

Salió fuera de la casa, con la barriga bien llena, a fumarse su cigarro de la victoria y a ver el sol de primavera en su terraza. Las parras de donde saldrían en otoño las uvas hacian posible la temperatura perfecta para la mejor sobremesa.
No vió a su hijo, que había salido tan sólo breves segundos antes que él. Se asomó por la esquina de la casa, allá donde el huerto escondía sus pocos pero hermosos naranjos. Y allí lo vió, agachado frente a un arbusto. Cuando se acercó, su hijo hizo un gesto brusco: ¡CRACK!
Un fluido viscoso salía de la mano de su hijo que se giró hacia su padre con una gran sonsira y una crisálida rota que le mostraba a su padre orgulloso.
Tiró el cigarro que aún no había terminado al suelo, lo pisó para apagarlo. Se acercó a su hijo y le cruzó la cara de una torta. El niño rompió a llorar:

-Buaaaaaaaa buaaaaaa ¿por qué que he hecho malo papa? ¡Era una bicho feo!

El padre suspiró, con algo de arrepentimiento en su severo rostro. Se agachó hasta la altura de su hijo:

-Bastante me duele, tu desprecio por la vida. Pero más me duele, el hecho que no has pensado lo bonito que podría haber sido, si hubieras tenido paciencia y le hubieses dejado tiempo. Ahora, zumbando para dentro, a estudiar.




Muchos años pasarían, para que ese niño creciera, aprendiera, y descubriera, lo que quería decirle su padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario