Ante mi coche, desde la oscuridad,
se abalanzaron cariñosas
atacando mi ventana cerrada
y más que cerrada.
se abalanzaron cariñosas
atacando mi ventana cerrada
y más que cerrada.
Una era pequeña, extremadamente delgada
aun así sonriente, payasa
muy picara.
aun así sonriente, payasa
muy picara.
Otra era soñadora, simplemente feliz
aunque bastante torpe y despistada.
aunque bastante torpe y despistada.
La última más oscura, casi la atropello,
y a su alrededor, tenía un halo
que traía desgracias a su dulzura.
y a su alrededor, tenía un halo
que traía desgracias a su dulzura.
Sabía que disfrutaría con ellas,
que las noches se me alargarían
más allá de las horas de cualquier reloj
jugando con ellas.
que las noches se me alargarían
más allá de las horas de cualquier reloj
jugando con ellas.
Pero tuve que abandonarlas
a su suerte,
no cabían en mi casa.
a su suerte,
no cabían en mi casa.
Además me esperaba la canela en rama.
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