lunes, 16 de mayo de 2011

Muñeco hinchable: La increíble historia de un hombre hecho de aire

El cómo comenzar esta historia es algo que me descoloca, aunque sea algo que me acaba de ocurrir, aún dudo si ha pasado de verdad. Lo que voy a relataros ahora, no sé si fue producto de un sueño, el cansancio o la simple enajenación a la que se llega cuando te aburres y dejas que la imaginación vuele. Ya dudo hasta de mí mismo si os soy sincero.
La cosa es que estando en el hipermercado (cualquiera que penséis me sirve, es irrelevante la empresa), he visto algo que me ha dejado tan tocado que he venido expresamente a contároslo. Es algo que verás, me ha parecido verlo con mis propios ojos y sentirlo con todo el cuerpo, aún me cuesta creérmelo. Vi a una mujer hablando con un muñeco hinchable vestido como un dependiente del sitio. Que sí, que sí de verdad no os vayáis. ¡Es verdad! ¡Lo juro! Le preguntaba sobre un producto en concreto, toda concentrada, de vez en cuando dejaba pasar una risa, y se fue directa a pagarlo a caja como si eso fuera lo más normal del mundo.

En ese momento, y conmigo alucinando, llegó un hombre desde la nada como aparecido desde una máquina que transportara gente y cosas desde otro universo. Más boquiabierto que antes me quedé. Era muy parecido al muñeco, incluso con la misma ropa de vendedor. El tío como si nada, apartó el muñeco debajo del mostrador y se puso a bostezar apoyado en el mismo. Era la persona más anodina e insulsa que te puedas imaginar. Nada llamativo, nada destacable, todo él era muy sencillo, incluso podía a llegar soso y parecer que no tuviera ninguna gracia.
Pero la curiosidad me mataba, así que corriendo me fui a preguntar, lógicamente, que demonios había ocurrido, no sin cierta sensación inicial de que allí no había nada raro, o que realmente, ahí no había nada ni nadie. Pero me limite a ignorar los instintos y a seguir más a la curiosidad.

-¿Eres real? ¿Vienes de otro planeta? – fui al grano, la sutileza nunca fue mi mejor punto.
El tío primero me miró sorprendido para luego descojonarse. Cuando se calmó me dijo:

-Sí, claro, sin duda. Pero soy de esas personas, que están tan vacías por dentro, que no se les nota en ningún lugar. Que pasan de nosotros y nosotros pasamos de todo. De vez en cuando sale alguno como tú que se da cuenta de nuestra presencia. Y nos dicen que aparecemos con el aire, o como tú que te crees que soy de la nebulosa de su madre, una risa. No es que desaparezcamos como magos, es que simplemente no nos notan.

-Esto… lo puedo entender – mentía, era obvio, me quería hacer el inteligente y abierto a cualquier idea – pero y lo de la mujer que hablaba con el muñeco, ¿es un robot? ¿ Tiene algún aparato que engañe a la mente humana? – El por su parte se rió aún más de mí.

-No, no, no… nada de eso –contestó- la gente por lo general, lo poco que sé, son egocéntricos y van a lo suyo. Frente a alguien vacio como yo que no existe en el plano social, bueno, se dejan llevar, hablan y hablar para rellenar el espacio, y no distinguen a la larga a una persona así de un simple muñeco. Ellos ya van contentos con sus propias ideas e historias. Y se deja llevar por cualquier cosa a su alrededor, al estar esto lleno de ofertas y publicidad caen como moscas. Así es como soy el mejor vendedor de la tienda.

-Si se lo que me cuentas, eso de sentirse como invisible, a mí una vez… - empecé a contarle una historia que me ocurrió en una fiesta donde no conocía a nadie y la gente no era muy acogedora. Pero no debió de gustarle mucho porque cuando me di cuenta, estaba hablando con el muñeco. Y yo iba de camino a la caja con un par de productos bajo el brazo. ¡¿Cuándo lo hizo?!

1 comentario:

  1. Te comento lo primero que se me ha venido a la cabeza, y más tarde te escribo algo más serio.

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