Que no, que ya no me alejo
Aunque la boca me tiemble,
llenándose de lágrimas de cuero
por las que a veces, sólo a veces
Me ahogo y muero.
Y me entierro,
y me sano,
y me recupero.
Hasta darme cuenta,
de que el “ya” sigue sin haber vuelto
mientras pienso días
que quizás no vendrán
torturado por momentos incompletos.
No obstante, me alegra
no haber atropellado a ese gato de milagro.
Si eso aún importa algo…
Sí, eso aún debe de importar algo.